Abandonad toda esperanza

sábado, 30 de junio de 2007

Orn: Herdez: Aventuras a la antigua usanza

Como afirma el propio Quim Bou, parece ser que con Orn ha encontrado a su personaje. Así parece demostrarlo Orn: Herdez, primera entrega de Historia Universal que acaba de publicar Dolmen, y donde se recupera al personaje protagonista de Dos Espadas (una obra que debería ser reeditada por Dolmen al grito de ya).



El protagonista de la obra, un guerrero vagabundo que viaja en busca de su destino, se va encontrando con una serie de personajes y peripecias que no consiguen acabar con su entereza y su sentido del honor. Estamos ante el concepto del eterno viaje del héroe, recurso habitual y muy funcional dentro del género de aventuras.



Protagonizada por animales antropomórficos, Orn hace por las aventuras lo que Blacksad hizo por el noir: una recuperación de los arquetipos del género vista sin la necesidad de renovarlos, sino retratarlos con respeto y buen gusto. Y como en los álbumes de Díaz Canales y Guarnido, en Orn nos encontramos con un guión más que competente, de lectura entretenida y creciente interés... pero, sobre todo, con un trabajo gráfico impecable y digno de todas las alabanzas imaginables.



Como afirma el propio autor de Corazón Negro, otra obra muy recomendable, este Orn: Herdez es el fruto de "años de trabajo y cabezonería personal". Si se tiene en cuenta que estamos ante un álbum de apenas 48 planchas, podrá imaginarse el cuidado por el detalle con el que se ha emprendido el trabajo de cada una de ellas: atención a la splash page doble del arranque de la historia, a la que Bou dedicó casi una semana entera, de la cual se aprecia cada minuto en el espectacular resultado final.



En cuanto a la historia, y aunque su autor avanza elementos fantásticos como hechiceros y dragones en futuras entregas, en este Herdez encontramos una historia creíble sin elementos fantásticos, más allá del calamar gigante que acompaña al héroe en la portada. Por el momento, Bou se ha centrado en empezar a presentar el mundo de Orn, y en subrayar su carácter en contraposición con otros personajes, como la búho Aconis o el propio Herdez, némesis del protagonista, un personaje fascinante al que nos gustaría ver en futuros álbumes de esta Historia Universal... Una historia que según anuncia Bou se compondrá de doce entregas.



En definitiva, estamos ante un álbum que recupera el aroma de los clásicos del género de aventuras, ejecutado con maestría (Bou siempre ha sido un dibujante más que digno, pero lo que ha evolucionado desde La Sibila o la citada Corazón Negro es digno de verse), y que gracias a Dolmen podemos disfrutar como se merece: a todo color y a un tamaño que permite apreciar el meticuloso trabajo de su autor.


Título: Orn: Herdez (Historia Universal, vol. 1)
Autor: Quim Bou (guión y dibujo)
Editorial: Dolmen Editorial
Fecha de edición: mayo de 2007
56 páginas (color) - 15 €

viernes, 29 de junio de 2007

El trailer del viernes: Sicko

El celebrado y siempre polémico Michael Moore es el autor de dos de los documentales más vistos y galardonados de los últimos años: con la espléndida Bowling for Columbine, sobre el negocio de las armas en Estados Unidos, triunfó en los Oscar; y con Fahrenheit 9/11, sobre el conflicto de Irak y las actividades de la Administración Bush al respecto, consiguió que un documental ganara la Palma de Oro en Cannes, algo que no sucedía desde que hace cincuenta años lo consiguiera El mundo del silencio de Louis Malle y el oceanógrafo Jacques Costeau.

Ahora Moore vuelve a la carga con Sicko, un documental que critica la sanidad pública de Norteamérica, y que ya ha generado una fuerte polémica en su país.

Podéis ver el trailer en la web oficial del film:

Sicko

Manda flores a mi entierro: Arsénico con compasión y género negro sin tópicos

Que un crítico de cualquier disciplina artística se pase al otro lado y ejerza de creador puede resultar tan interesante como peligroso: indudablemente, conocerá los resortes del medio, pero de la misma manera puede perder cierta frescura y que se aprecien más de lo conveniente los andamiajes que están detrás de su obra.



No sucede así con Manda flores a mi entierro, novela con la que Ricardo Bosque, crítico literario y editor de La Balacera (Agenda de noticias negras), vuelve al redil de la creación literaria de largo recorrido siete años después de publicar su primera novela: El último avión a Lisboa.



Manda flores a mi entierro, publicada por Mira Editores, parte de una premisa harto interesante: una aparentemente inocente floristería en una zona privilegiada de Zaragoza oculta un negocio que podría llamarse Suicidios S.L.: Cayetana Marqués, alias Tana, por propia mano o a través de empleados contratados, facilita el suicidio a aquellos que quieren poner fin a su vida y no se ven capaces de hacerlo ellos mismos.



Bosque, buen conocedor de las armas de lo que debe ser un narrador competente, atrapa así la atención del lector desde el mismo arranque de la novela... para luego llevar la historia por otros derroteros: la investigación no irá por el camino esperado, sino por el de relaciones familiares conflictivas que por un suicidio que podría ser un asesinato, muy lejos de solucionarse, se complican cada vez más.



Decir que Manda flores a mi entierro es una novela coral no sería del todo acertado, pues sí encontramos a algunos personajes más protagonistas que otros, pero sí es cierto que su autor elude el tópico del género negro consistente en contar con un policía o investigador privado como eje central de la narración: de esta forma, Arturo Sanromán comparte el protagonismo con la citada Tana Marqués, la difícil madre de esta, el tío Ramón, o sus propios familiares... de entre los que destaca su padre, tan impertinente como lúcido, y posiblemente el personaje más conseguido de todo el libro.



La novela no es perfecta: en ocasiones, pocas eso sí, peca de ser demasiado explicativa, y por ello algunos pasajes habrían quedado mejor con una poda más estricta. Pero el hecho de que la trama criminal, por más que interese al lector, no sea su principal atractivo, así como por los diálogos (bien construidos y creíbles) y, sobre todo, el dibujo de algunos personajes (Tana Marqués, por ejemplo, está lejos del esperable arquetipo de la femme fatale, y se agradece), convierten a Manda flores a mi entierro en una novela magnífica, con elementos de género negro pero nada mimética y repetitiva, que se lee con avidez... y que solo nos hace desear que Ricardo Bosque no vuelva a tardar otros siete años en escribir otra.


Manda flores a mi entierro
Ricardo Bosque
Zaragoza, Mira Editores, 2007
216 pp. - 16 €


[Fotografía 2.ª: Ricardo Bosque; fotografía 4.ª: Puesta de sol en Zaragoza (C) Jorge Orte Tudela.]

Luis Durán, el Rey de los Cuentacuentos

Esta ha sido la semana de Luis Durán en este vuestro blog: hemos hablado recientemente de El viaje de Gasparetto y de Volátil, las dos últimas obras de este sugerente narrador gráfico. Por si esto fuera poco, anoche Cuatrosfera le dedicó una entrevista profundísima, en la línea de este programa (algo menos de dos minutos de duración).

Sobre las excelencias de la obra de este autor nacido en Oñate en 1967 insistimos en la columna de Abandonad toda esperanza de hoy.

Podéis leerla pinchando aquí:

El picaporte de Durán

(Y os recordamos que ya dedicamos una columna previa a otra obra de Durán, Nuestro verdadero nombre: La belleza de lo ominoso).



[Imagen: Sketch realizado por Luis Durán durante el pasado Expocómic, en diciembre de 2006.]

jueves, 28 de junio de 2007

El traficante que vino del espacio exterior

Vaya por delante, para evitar confusiones, que esta Dark Angel (Ángel de la muerte) no tiene nada que ver con la mediocre serie de televisión homónima producida por James Cameron y protagonizada por Jessica Alba.



Esta es una producción de 1990 dirigida por Craig R. Baxley, que hasta la fecha había dirigido algunos capítulos de El Equipo A y el largometraje Acción Jackson con Carl Weathers. Este Dark Angel, su segundo film, presenta más interés del que pueda parecer a simple vista. No, no es una buena película, principalmente porque Dolph Lundgren nunca ha hecho una buena película; pero sí se deja ver con agrado, y resulta claramente superior a la mayoría de películas del penoso actor sueco.



El film es un agradable cóctel de película policiaca y film de ciencia ficción, sazonado con un sentido del humor muy de agradecer: siguiendo la estructura de las buddy movies o "películas de colegas", la trama obliga a trabajar juntos a dos policías muy distintos: uno, primario, instintivo y rebelde con el sistema (Lundgren); el segundo, racional, académico y fiel a sus superiores (Brian Benben, protagonista de la serie de culto de los 90 Sigue soñando) en un caso de robo de un alijo de heroína... que se complicará con la aparición de un peligroso alienígena (!) perseguido a su vez por otro extraterrestre que quiere cazar al primero (!!).



La película, como imaginarán, no es nada original: bebe de una fuente tan obvia como la, esta sí, maravillosa Hidden (Lo oculto) de Jack Sholder, y coincide en algunos aspectos, con otra serie B más desconocida, pero también reivindicable, rodada el mismo año: Peacemaker, con Robert Foster y Lance Edwards como los aliens enfrentados.



Dark Angel, por su parte, resulta un producto mediocre pero entretenido, con cierta gracia, algunos diálogos estupendos (¡quién lo iba a decir en un film de estas características!), y que los aficionados al género fantástico de serie B deberían recuperar.

Al mejor postor: El universo noir de Víctor Santos

Si hasta hace bien poco Los Reyes Elfos era la obra más célebre de Víctor Santos, bien es conocida ahora la predilección de este joven autor valenciano por el género negro, que se manifiesta en obras como Al mejor postor.



El noir en viñetas, que últimamente vive una época de esplendor tanto en obras propiamente del género (véanse las colecciones Viñetas Negras y Cómic Noir de Glénat y Norma, respectivamente) como en su intromisión en el género superheroico (los guiones de autores como Brian Azzarello, Brian Michael Bendis, Ed Brubaker o Greg Rucka), tiene en Víctor Santos a uno de sus más habituales y dignos exponentes dentro del panorama actual de la historieta española.



Después de sus muestras del género en las dos novelas gráficas de Pulp Heroes, el autor recoge en Al mejor postor, publicada por Dolmen, cinco historias cortas que recogen buena parte de los arquetipos habituales del género: el asesino a sueldo de "Al mejor postor", el hombre desesperado y vengativo de la brevísima "Cuento de invierno", los jóvenes perdedores de "Dinero fácil", la pasional relación entre un ladrón y una femme fatale de "Un beso envenenado" y, finalmente, los matones y la mercancía valiosa de "Lap dancing".



Pedirle a historias de tan corto recorrido (la más extensa es la última, y cuenta apenas con catorce páginas) tramas complejas y alambicadas y unos personajes con carisma que evolucionen a lo largo de las anteriores es un propósito vano. Consciente de ello, Víctor Santos aprovecha para demostrar su talento en la parte gráfica del volumen, sin esconder sus influencias (la experimentación gráfica del Sin City de Frank Miller en "Al mejor postor"; el estilo cartoon de Bruce Timm en "Dinero fácil" y, sobre todo, "Un beso envenenado"), pero sin renunciar nunca a su ya inconfundible estilo propio.



A destacar, finalmente, el espléndido trabajo de "Lap dancing", una historia sin diálogos en la que el autor experimenta con la composición de la página y la viñeta como elemento narrativo, en un atractivo juego visual que dejará al lector con la boca abierta. Gracias a ello, esta historia se convierte sin esfuerzo en lo mejor del volumen.


Título: Al mejor postor (y otros relatos violentos de Víctor Santos)
Autor: Víctor Santos (guión y dibujo)
Editorial: Dolmen Editorial
Fecha de edición: mayo de 2007
48 páginas (b/n) - 5 €

miércoles, 27 de junio de 2007

Hostel 2: Víctimas y verdugos

En su día nos gustó mucho Hostel, la segunda película de Eli Roth tras la decepcionante Cabin fever: nos gustó por sus escasas concesiones a la galería, por su brutalidad gráfica, por su visión política del género de terror, y por mostrarnos una realidad más terrible que la peor de las pesadillas. Y nos gustó tanto que le dedicamos toda una columna de Abandonad toda esperanza.



Por tanto, el estreno de Hostel 2, protagonizada por Lauren German, Bijou Phillips y Heather Matarazzo, era una cita poco menos que ineludible, que a pesar de algunos altibajos se ha saldado como suficientemente satisfactoria.



Ni que decir tiene que la sorpresa de la primera entrega se ha perdido, pues la estructura de esta secuela es casi idéntica a la de la cinta original. Pero Roth y su equipo (que cuenta con Quentin Tarantino como productor ejecutivo) han sido lo suficientemente astutos como para introducir algunas novedades que, gracias a Dios, no se quedan en mera apariencia.



En esta ocasión las protagonistas son femeninas, frente al trío masculino de Hostel... de los cuales se recupera a Jay Hernandez en las primeras escenas de la secuela, que se presenta así como una continuación inmediata de la acción donde se quedó al final de la entrega anterior.



De esta forma, Roth consigue diferenciar la conducta de ambos géneros (el sexo, aunque no desaparece, está mucho menos presente como motor desencadenante de la acción), y al mismo tiempo logra que sus personajes parezcan más vulnerables (al menos físicamente), que no más ingenuos, que los del primer film.



Por si esto fuera poco, se da más importancia a la figura del verdugo: los individuos que contratan los servicios de la organización secreta criminal que facilitan la tortura y el asesinato, representados aquí por los actores Roger Bart y Richard Burgi (que ya habían coincidido en el reparto de la serie Mujeres desesperadas), tienen más presencia y, por tanto, matices, que los de la primera película.



Con Hostel 2 Eli Roth demuestra tener una sensibilidad más cercana al cine de terror europeo que al norteamericano (la presencia de Edwige Fenech como profesora de dibujo no es casual), con una manera de ver el mundo y de plasmarlo en escenas (pienso en la escena de la castración, y sobre todo en la secuencia a lo Elizabeth Bathory, la Condesa Sangrienta) que nos recuerda al mejor exploit italiano, de Mario Bava a Dario Argento, sin renunciar, al igual que estos últimos, a un sentido del humor bien malsano.



En definitiva: una película verdaderamente entretenida, que sin estar a la altura del film anterior supone una digna secuela que no se limita a repetir lo mismo, aunque en algún momento pueda parecerlo.

[Imagen 1.ª: Eli Roth en el rodaje del film.]

Volátil: Luis Durán y la creación literaria

A la hora de escribir crítica de cómic, resulta muy fácil ejercerla cuando la obra a comentar te ha resultado satisfactoria; en cambio, es más complicado cuando el tebeo en cuestión no ha satisfecho tus expectativas. Esto es así en líneas generales, pero no se cumple con las creaciones de Luis Durán: cuanto mejor son, cuanto más te han fascinado, menos capacitado te sientes para transmitir las sensaciones que te ha provocado su lectura.



Así ocurre con Volátil, su última obra, publicada por Edicions de Ponent. Sobre todo, porque nos encontramos sin duda ante una de las cumbres de su ya de por sí excelsa producción. Y si el otro día, al reseñar El viaje de Gasparetto, decíamos que aun siendo una de sus obras menos ambiciosas era un gran cómic, imagínense de lo que estamos hablando al referirnos a este Volátil.



El título, que parece irónico dada la complejidad y la extensión de la obra (246 páginas de historieta), la más larga de este autor guipuzcoano, hace referencia al camino que recorre la imaginación desde que surge la idea que será el germen de una creación y la materialización de esta a través de la escritura. Según el Diccionario de la Real Academia Española:

Volátil.
(Del lat. volatĭlis).
1. adj. Que vuela o puede volar.
2. adj. Dicho de una cosa: Que se mueve ligeramente y anda por el aire.
3. adj. Mudable, inconstante.



Así son la imaginación y las narraciones de Durán: se mueven ligeramente, caminan por el aire, mudan y presentan una línea inconstante. Así se pone de manifiesto en la historia que cuenta Volátil: el protagonista, Tobías, acaba de terminar su formación universitaria, y descubre que las clases de literatura del profesor Patrick han hecho mella en él; por ello, durante sus vacaciones estivales, que pasa en casa de sus tíos Percy y Ariadna y en compañía de su primo Samuel, y al redescubrir unas runas vikingas del siglo VII que le fascinaron siendo niño, comenzará a escribir una novela...

Pero, tratándose de Durán, ya imaginarán que Volátil es mucho más: esta obra es tanto la historia de Tobías como la historia de Audum, el esclavo vikingo; son también los cuentos para libélulas que escribía la tía Ariadna cuando aún quería dedicarse a la creación literaria; es el cuervo del Nevermore de Edgar Allan Poe; es el cuento popular del soldadito de plomo; es una historia sobre la alquimia; y así hasta el infinito, en una narración fascinante como solo Durán es capaz de concebir.



Y todo ello plasmado en la obra mejor dibujada de su autor: Durán es un grandísimo guionista al que siempre se ha tachado, injustamente, de mediocre ilustrador. En todo caso limitado, pero no mediocre: ha construido un estilo personal, muy reconocible, para plasmar sus historias... pero incluso dentro de este estilo ha ido evolucionando, y en apenas pocos años se nota una mayor soltura y una expresividad más conseguida: compárese su trilogía de obras del 2005 (Caballero de espadas, Nuestro verdadero nombre, La ilusión de Overlain: ¿qué otro autor sería capaz de publicar tres obras, y de tamaña calidad, en un mismo año?) con el apartado gráfico, majestuoso e hipnotizador, de este Volátil.



Digámoslo ya: Volátil es una obra maestra, y será sin duda de lo mejor que se publicará este año. Y digámoslo bien alto: Luis Durán es uno de los mejores autores de la historieta española contemporánea. Pero como decía al principio, no les puedo explicar muy bien el porqué. Solo les pido que confíen en mi palabra y se dejen llevar por sus particulares e inimitables creaciones. Me lo agradecerán.


Título: Volátil
Autor: Luis Durán (guión y dibujo)
Editorial: Edicions de Ponent
Fecha de edición: junio de 2007
256 páginas (b/n) - 24 €


[Imagen 5.ª: Autorretrato, por Luis Durán.]

martes, 26 de junio de 2007

Bodrios que hay que ver: Guerreros del espacio

A partir de los comentarios de la reseña de La gran locura americana nos hemos planteado que no estamos solos en el universo, y que hay cinéfilos (o mejor dicho, cinéfagos) que también necesitan su ración semanal de basura a 24 fotogramas por segundo. Por ello inauguramos esta sección de "Bodrios que hay que ver", y lo hacemos con Guerreros del espacio.



El film, cuyo título original es The Ice Pirates, es una producción de 1984 dirigida por Stewart Raffill y protagonizada por Robert Urich y Mary Crosby. El primero es el líder de una banda de rebeldes que lucha contra el Imperio (¿les suena?); la segunda, una princesa que acabará simpatizando con sus raptores (¿les sigue sonando?)



La película, que recuerda a Spaceballs (La loca historia de las galaxias) de Mel Brooks sin llegar a ser tan paródica, cuenta también en su reparto con actores hoy reputados como Anjelica Huston o Ron Perlman; sin olvidar al veterano John Carradine (padre de los también actores David, Keith y Robert, y secundario habitual en la filmografía de John Ford) como el Comandante Supremo, gran villano de la función... y que solo aparece en una escena, claramente envejecido. No obstante, en los cuatro años que siguió con vida, hasta 1988, Carradine trabajó en una decena de films, la mayoría de terror de serie B.



Humor chusco (que incluye chistes de temática racial, sexual y de todo tipo), efectos especiales cutres, diálogos risibles... y homenajes-parodias a clásicos del género, con Star Wars como más obvia influencia, pero sin desdeñar el robo de ideas y conceptos a films como 2001 o Alien.

Pues eso: no se la pierdan. O sí.

Una resaca de cuidado: El noir expresionista de Tardi

Tras La noche de Saint-German des Prés, Norma prosigue con la publicación de la Colección Tardi con este Una resaca de cuidado. Pero si en aquella adaptación de otra novela negra de Léo Malet Tardi contó con los dibujos de Moynot, aquí se convierte en autor completo... por primera vez a color, después de los cuatro álbumes en blanco y negro a partir de otros tantos libros del creador de Néstor Burma: Niebla en el puente de Tolbiac, Calle de la Estación, 120, Reyerta en la feria y ¿Huele a muerto o qué?



En esta ocasión Malet, vía Tardi, nos presenta a un Burma que despierta con una monumental resaca: de la noche anterior apenas recuerda que estuvo en un garito de mala muerte bebiendo para olvidar acontecimientos narrados en Niebla en el puente de Tolbiac.

Si los problemas de este investigador privado con el alcohol no eran suficientes, pronto se verá considerado como sospechoso del asesinato de una joven camarera... Precisamente la camarera que le sirvió la noche anterior. Pero Burma sospecha de tres clientes, todos individuos de dudosa catadura moral, que pasaron toda la noche observando a la futura víctima...



Si el noveno arte es la fusión perfecta de texto e imagen, hasta crear un todo indivisible, la obra de Tardi y Una resaca de cuidado son magníficos ejemplos de ello: la trama, que implicará a un policía corrupto y a un inquietante payaso, no aporta nada nuevo al género; no así el portentoso tratamiento visual que Tardi da a la narración, aprovechando el estado drogodependiente de su protagonista, un cínico que siempre tiene preparada una réplica para su interlocutor.

De esta forma, el lector es testigo de una ciudad de París vista desde un prisma expresionista, con charcos de lluvia que más bien parece sangre, clowns terroríficos y calaveras que se aglutinan al estilo de las inquietantes máscaras de las pinturas de James Ensor. Todo ello servido en majestuosas viñetas, que a veces ocupan toda la página, ejecutadas con una soltura como la que demuestran solo los grandes maestros.



Así pues, un cómic estupendo para los amantes de la narración gráfica; y una obra imprescindible para los fanáticos de la novela negra francesa y de ese gran genio de la bande dessinée que es Jacques Tardi.


Título: Una resaca de cuidado
Autor: Jacques Tardi (guión y dibujo; según la novela de Léo Malet)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: mayo de 2007
96 páginas (color) - 18 €

lunes, 25 de junio de 2007

Programa de la XX Semana Negra de Gijón

Hoy se ha hecho público el Programa (todavía provisional y susceptible de cambios) de la XX Semana Negra de Gijón, así como el de la Asturcon. Pueden consultar ambos pinchando en los enlaces correspondientes.



De la mayor parte de los autores invitados ya les dimos cuenta aquí. Ahora apreciamos nombres nuevos, como el de la estupenda escritora francesa Dominique Manotti, autora de Sendero sombrío y El cuerpo negro.



Y a las 21.45 horas del lunes 9 tendrá lugar la tercera edición de La Noche de los Blogs. En esta ocasión Abandonad toda esperanza es uno de los blogs invitados, y un servidor departirá sobre esto de los diarios digitales junto a Carmen Sánchez, el escritor mexicano Bef y los autores de cómic españoles Eduardo Ocaña, Kenny Ruiz y Víctor Santos.

Federico Mendelssohn Bartholdy: Aventuras pulp y humor absurdo

La editorial Glénat viene recuperando en los últimos meses clásicos y material ya inencontrable del tebeo español, de todos los estilos y géneros: del western aventurero del Sunday de Víctor Mora y Víctor de la Fuente al policiaco de los clásicos del género negro vistos por Florenci Clavé, pasando por la historieta infantil de Àngel Puigmiquel. A estas recuperaciones se suma ahora Federico Mendelssohn Bartholdy, una obra inclasificable de Alfonso Font.



Las aventuras de este peculiar aviador y espía fueron concebidas por Font para la desaparecida revista Cimoc (después del precedente que supuso una tira única del personaje, con el nombre de Wolfgang Amadeus Peabody, en Rambla), y se publicaron en sus páginas a lo largo de más de diez años, desde 1982 a 1992, a razón de una tira por mes.

El origen de dicha serie era hacer una publicidad bastante peculiar de la propia publicación: de ahí que la primera aventura de Federico Mendelssohn Bartholdy se titule "En busca del Cimoc perdido", parodiando el título de la primera aventura cinematográfica de Indiana Jones: el protagonista es enviado por su superior, el Dr. Sí, para encontrar un ejemplar perdido de la propia revista de cómic.



En esta aventura ya está muy presente el humor absurdo y autorreferencial que hará del personaje de Font una creación memorable: poco importa la trama en sí, que parodia hasta el paroxismo constantes de la ficción pulp, personajes como James Bond o el citado Indiana Jones, escenarios exóticos y villanos de tebeo (léase esta expresión en su sentido más despectivo), en una historia que se pierde y se vuelve a encontrar a sí misma, y donde se aglutinan mujeres fatales de curvas sinuosas, nazis, submarinos, luchadores turcos y minas explosivas.

Lo que perdura en la memoria del lector son las fugas de la narración, los desvaríos de Font (que se retrata a sí mismo como despistado demiurgo en alguna ocasión), los juegos de palabras, los resúmenes innecesarios de las entregas anteriores, las tipografías cambiantes en los títulos... o las pequeñas ilustraciones, a modo de chiste, que acompañan a la tira, y que recuerdan a los dibujos de Sergio Aragonés para la revista Mad.



Este humor absurdo, repleto de juegos lingüísticos y variaciones eternas sobre un tema nimio, es una clara herencia de la literatura de Miguel Mihura, Jardiel Poncela, Carlos Arniches, así como de la mítica publicación La Codorniz. Y es un tipo de humor que aparece más subrayado todavía en "Federico Mendelssohn Bartholdy contra el doctor Fut’ Maun Chut", segunda y última desventura del aviador creado por Font: en este enfrentamiento contra un sosías del Fu-Manchú creado por Sax Rhomer, donde no faltan homenajes a esos genios del humor absurdo que fueron los hermanos Marx, una anécdota intrascendente se prolonga durante años y años en su publicación original; eso es aprovechado por el autor para perder al lector, a sí mismo y a sus creaciones de ficción en esta historia donde no faltan chinos, indios, superhéroes, piratas, el Conde de Montecristo, Robinson Crusoe, extraterrestres, el malvado Dr. Tinta... y un cínico barman que trabaja en un chiringuito de una isla desierta, una de las creaciones más afortunadas de Font.



Gracias a Glénat tenemos ahora la oportunidad de leer, de una sola sentada, las desventuras de este Federico Mendelssohn Bartholdy, aunque se pierda el encanto de leerlas a lo largo de una década, tal y como las leyeron los lectores fieles de Cimoc. Salvo que tengan la paciencia de racionar la lectura a lo largo de diez años, pero me juego el cuello a que no.


Título: Federico Meldelssohn Bartholdy (Obra completa)
Autor: Alfonso Font (guión y dibujo)
Editorial: Glénat
Fecha de edición: abril de 2007
72 páginas (b/n) - 15 €

domingo, 24 de junio de 2007

Last days: Kurt Cobain y el amanecer de los zombies

No resulta extraño entender, una vez vista Last days, que esta película de Gus van Sant haya tardado tanto en estrenarse en España: esta recreación de las últimas horas de vida de Kurt Cobain, cantante de Nirvana, antes de suicidarse, es uno de los trabajos más arriesgados y difíciles que puedan verse en la cartelera ahora mismo.



Esto, de por sí, no es un gran mérito: la obsesión del realizador de Drugstore Cowboy por filmar los tiempos muertos de un grupo de zombies que pasan la mayor parte del tiempo colocados y sin rumbo lo lleva a construir una película sobre lo vacío de la realidad.



El film, que cierra lo que se ha venido a llamar la "Trilogía de la Muerte" de su autor, después de las también experimentales Gerry y Elephant, es una película casi sin argumento: el espectador asiste a poco más de hora y media de las idas y venidas de Blake (el sosías de Cobain, que interpreta Michael Pitt) en la mansión donde pondrá fin a su vida, rodeado de algunos de sus amigos.



Y ya está. En sentido estricto, no hay nada más en Last days. Solamente ese no hay nada más le da sentido al film: Van Sant ha llegado a un punto en el que ya no confía en la ficción entendida de forma convencional. Por ello, como en Elephant, cuenta una misma acción, o un mismo momento, desde varios puntos de vista, fraccionando el tiempo y asimilando la experiencia del espectador al de los personajes, unos no-personajes que se llaman como los actores que los interpretan y que (mal)viven sin plena consciencia del aquí y el ahora.



Por ello, el director de Mi Idaho privado da pocas oportunidades de lucimiento a sus intérpretes, que son Asia Argento, Scott Green o el actor-mago Ricky Jay como podrían ser otros cualquiera. Quizá solo en el poderoso plano sostenido de Lukas Haas y Nicole Vicius hacia el final del film podemos ver un atisbo de interpretación.



Eso sí: lo que en la magnífica y provocadora Elephant, inspirada como esta en un hecho real (la masacre de Columbine), devenía en una mirada políticosocial acerca de la realidad, no se encontrará en Last days. Que cada cual decida por tanto si esta penúltima provocación de Van Sant -acaba de estrenar en Cannes Paranoid Park- merece la pena el viaje.

sábado, 23 de junio de 2007

El viaje de Gasparetto: Luis Durán y lo real maravilloso

Vaya por delante, a la hora de hablar de El viaje de Gasparetto, que su autor, Luis Durán, nos parece uno de los mejores autores completos del panorama del tebeo español actual, con un estilo gráfico absolutamente personal y reconocible y, sobre todo, un talento sin parangón a la hora de escribir.



También es verdad que este penúltimo libro suyo (vive un momento prolífico: acaba de ver la luz Volátil, su obra más extensa hasta la fecha), que publicó Dolmen a finales del año pasado, es menos ambicioso y completo que otros anteriores: pienso particularmente en esa trilogía de maravillas tituladas Caballero de espadas, La ilusión de Overlain y Nuestro verdadero nombre, publicadas las dos primeras por Planeta y la tercera por De Ponent.

Pero bien es cierto que la obra menos conseguida de este autor nacido en Oñate en 1967 es mil veces mejor que la media de lo que puede encontrarse en cualquier librería especializada en cómic. Porque Durán es un prestidigitador de ideas, un demiurgo de la palabra.



Ambientada en una Italia cargada de fascinación, El viaje de Gasparetto está protagonizado por dos periodistas, Vincenzo y Luchino, de caracteres bien distintos, que van a trabajar juntos en un trabajo de investigación acerca de Gasparetto, un iluminado que vive retirado en Mesana. El primero, fotógrafo acostumbrado al ámbito de la política, se verá obligado a trabajar con el segundo para el suplemento "Infinito esotérico", de temática parapsicológica, por su poca seriedad en el trabajo y sus problemas con el alcohol.

Una de las principales influencias que se le adivinan al autor de Atravesado por la flecha es la narrativa latinoamericana del siglo XX, el Boom literario de Julio Cortázar, Vargas Llosa o García Márquez: como en las novelas del realismo mágico de este último, o la novela de lo real maravilloso de Alejo Carpentier, lo real y lo fantástico se entremezclan hasta formar una única cosa: un mundo particular en el que se mueven los personajes creados por Durán.



Y como en estas novelas, el reparto de personajes secundarios es memorable: de Nora, la joven que fascinará a Vincenzo, al cartero Zambo, pasando por los gemelos silenciosos que nadie sabe de dónde han salido. Todos ellos arropan a los dos periodistas y a Gasparetto, del que hasta el final dudaremos si es un privilegiado o un demente.



Y es que con Durán el lector fiel ya sabe lo que va a encontrar: una historia de múltiples lecturas, y un cuentacuentos que con ella lo va a embelesar como muy pocos logran hacerlo. En definitiva: un cómic imprescindible.


Título: El viaje de Gasparetto
Autor: Luis Durán (guión y dibujo)
Editorial: Dolmen
Fecha de edición: noviembre de 2006
96 páginas (b/n) - 12 €

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